Caso Tarrasa, contrapunto y reflexiones.
En esta ocasión, cedo la palabra a Josep Guijarro, que nos ofrece estas reflexiones. Es una muestra de la diferencia de criterios entre los que venden lo que sea y se rien de las críticas, y la de los que persiguen, indagan, contrastan y hablan con propiedad de un asunto que se cobró dos vidas...
CASO TARRASA
Reflexión de Josep Guijarro
He meditado mucho acerca de si era adecuado o no decir algo respecto al tratamiento que recibió el llamado Caso Terrassa en el programa “Cuarto Milenio”, el pasado domingo en Cuatro y, al final, llego a la conclusión de que la verdad sólo tiene un camino, que mi crítica no es personal sino profesional y que si alguien se pica será porque ajos habrá comido.
¿Qué legitimidad tengo para hablar del tema?
Yo he nacido en Terrassa. Ser “ufólogo” en Terrassa es vivir con el estigma constante de: “cuidado no termines como esos dos” que, a la postre, fue el mensaje que el régimen franquista quiso dejar a la ciudadanía y funcionó. Pero no es sólo eso lo que me legitima para hablar con propiedad del asunto. Hace la friolera de 14 años, Manuel Carballal y yo publicamos en AÑO CERO 9, el resultado de una compleja investigación sobre los suicidas de Terrassa. Logramos entrevistarnos con familiares, amigos, agentes judiciales, policías… logramos reconstruir al milímetro las últimas horas de estos individuos que, dicho sea de paso, nada tienen qué ver con la personalidad excéntrica que quiso darles Óscar Aibar en la película “Platillos Volantes”. Las mismas e insidiosas mentiras que el celuloide mostró se repitieron el domingo en Cuatro. José Felix Rodríguez Montero (47 años) y Juan Turu Vallés (19) nunca fueron al hospital del tórax porque, entre otras cosas, estaba en pleno funcionamiento en 1979. Mi propia madre fue tratada de neumonía ahí sin que fuera “ese lugar al que todo el mundo iba a morir”. Tampoco es cierto que se reunieran en la Coral dels Amics pues las reuniones del grupo tenían lugar en Ca n’Anglada, en el domicilio de José Félix Rodríguez Montero. Este barrio obrero era entonces un hervidero antifranquista (la plaza sigue llamándose popularmente la ‘plaza roja’) y zanjar rápido el asunto de los suicidas como una lección de que ciertas lecturas y aficiones eran perniciosas venía bien al régimen. Los pretendidos contactos nunca tuvieron lugar en La Mola, cumbre de la montaña de St. Llorens de 1300 metros y, por lo tanto, a más de 3 horas a pie desde el sanatorio que según el reportaje estaba al lado. La Mola no tuvo significación ufológica hasta los años 80 cuando mi grupo la UAIP empezó a organizar alertas allí. Los “suicidas” se reunían en la Montañeta, un lugar a las afueras de la ciudad donde, además, iban a practicar astronomía.
¿Quién entonces está tan desinformado?
La inexactitud de estos datos salió de la boca de Sebastián Darbonés Subirats, alias D’Arbó quien recreó cual mala película de Clase B todo el asunto de los suicidas y habló de oídas y además mal.
Una vez más se pasó de puntillas sobre si los pretendidos contactos pudieron ser o no reales, si hubo o no otras personas implicadas y quien componía la red de esos suicidios que mencionaron durante la entrevista en el plató. Porque, en efecto, hubo un plan, hubieron más muertes y hubo, también, contacto OVNI cuyas fotos, por cierto, poseo (fueron obtenidas por los suicidas en las cercanías de Torrebonica y por eso eligieron ese lugar).
Lo curioso es que pudiendo tener todos esos documentos, pudiendo mostrar fotografías, ver la evolución de los tipos a lo largo de su “mutación” se conforman con un D’Arbó que miente más que habla.
Cierto es que el mismo día que estaban grabando el programa me llamaron para obtener alguna cola que insertar en el programa pero (recién operado de una rodilla y con el día planificado no fue posible ayudar) ¿Es que era una cosa de tal actualidad que no podía esperar ni un día?
Aquí entra la responsabilidad de Iker.
Durante mucho tiempo he tenido que aguantar enormes críticas por asistir a programas de televisión en los que se debatía a cuchillo sobre estos temas. Parte de esas críticas venían de Iker. Críticas que acepto y respeto. Precisamente por eso planteo ahora: ¿Es mejor informar dentro de un contubernio antimisterio o desinformar sin contrapunto. Me explico. Iker tiene ahora la responsabilidad de contrastar las informaciones que divulga pues no hay equilibrio “escéptico” o contrapunto en el programa. Él sabe mejor que nadie que D’Arbó no tiene ni pajotera idea de esto (y de muchas otras cosas) luego si le da cancha tiene un porcentaje de la responsabilidad final. Si tu llevas un freak al programa sabes lo que va hacer o decir ¿no?
Ojo, que nadie se lleve a engaño. No es que yo quisiera tener más protagonismo del que me daban, es que si no se me quería llevar a mi se podía localizar a testigos, amigos, o personas que estuvieran involucradas en el asunto. La legitimidad de D’Arbó para hablar de este tema es la misma que tiene, por decir algo, Pepito Pérez de Alcorisa en Aragón… es decir, la de alguién que leyó los titulares de prensa de la época, el trabajo de Manuel y mío y ya está. ¿Tiene que ser eso la divulgación del misterio? ¿Es ese el estándar de seriedad? Yo creo que no y tu, ¿qué opinas?
Josep Guijarro i Triadó